Feliz Navidad. Signifique lo que signifique.
- Roberto Cáceres
- 24 dic 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 dic 2021

Quería aprovechar para felicitaros las fiestas a todos, bueno, a los pocos que de momento habéis leído alguna de las entradas de este blog.
Esta mañana he recibido unas fotos de mi cuñada en la que mis sobris, Markel y Adri, lucen elegantemente ataviados junto a un precioso árbol de navidad decorado con un montón de luces y cachivaches de colores. Entonces he pensado ¿Qué coño celebramos? ¡La Navidad, claro! ha dicho una voz en mi interior (Bueno, en realidad no hubo ninguna voz, pero quería darle un poco de rollo al asunto). En fin, la Navidad ¿Pero qué se celebra en la navidad? Ahora sí que resuenan en mí cabeza las voces imaginarias de mil listillos que claman al unísono: ¡El nacimiento del niño Jesús, nuestro Dios!
¿Ah sí? ¿Es eso cierto? Entretenido en el estudio de unas cuantas recetas para asar una pata de cordero me he enredado en mis cavilaciones y me he preguntado qué tiene que ver el nacimiento de Jesús con los abetos decorados con lucecitas y con esos muñequitos barbudos vestidos como una lata de Coca-Cola. En realidad es todo mentira, bueno, lo de la receta de cordero es cierto; pero no he perdido el tiempo en preguntarme por la relación entre el nacimiento de Jesucristo y nuestra celebración de la Navidad, porque conozco la respuesta perfectamente: no tienen nada que ver.
Es cierto que la palabra deriva de la voz latina nativitas, y que esta alude al nacimiento, ¿pero de "nuestro" Dios? (asumiendo que estamos en un territorio de tradición mayoritariamente cristiana y que Cristo es nuestro Dios). En realidad no. De hecho, los propios romanos celebraban ya el nacimiento del Apolo el 25 de diciembre con el solsticio de invierno. ¿Le robó Jesús la fecha o a caso nacieron ambos casualmente el mismo día. En realidad es una caprichosa costumbre de los dioses solares nacer ese día. El solsticio de invierno coincide con el nacimiento de Huitzilopochitli en México o de Mitra en la Persia (por citar un par de ellos con suficiente lejanía). Todos, por cierto, bastante anteriores al usurpador Jesucristo (la primera celebración de la natividad cristiana data de principios del siglo IV).
Dejando estos pormenores a un lado, ¿Cuál es la relación de la celebración del nacimiento de cualquiera de estos dioses con los arbolitos de navidad o Papá Noél y sus regalos? Respecto al árbol, los celtas fueron los primeros en decorar robles con frutas y velas durante el solsticio de invierno. Y lo que celebraban los celtas era el nacimiento, bueno, en realidad la coronación del rey sagrado. Este árbol estaba consagrado, como el resto de los árboles sagrados, a la Diosa. En las primitivas culturas europeas, de carácter matrilineal, el rey sagrado era coronado ritualmente en el solsticio de invierno y sacrificado en el equinoccio de primavera (este, casualmente coincide con nuestra semana santa. ¿Vamos atando cabos?)
En cuanto al de las barbas que trae regalos bajando por las chimeneas, tampoco tiene mucho que ver con el la celebración de la nativitas de Cristo. Aunque por lo menos tiene origen en una figura relacionada con el cristianismo. Esa figura no es otra que el obispo Nicolás de Bari, que vivió en Turquía (nada de nieve ni carrozas de renos) en el siglo III d.C. Un personaje conocido por su caridad que daba regalos a los niños pobres, y a su muerte fue santificado como San Nicolás. Como murió el 6 de diciembre y pillaba cerca la navidad las autoridades cristianas, muy prácticas ellas y siempre atentas a la coherencia de sus fiestas y rituales; decidieron unirle a la celebración. Respecto a la parafernalia del personaje (chimeneas, duendes y demás) está relacionada con la creencia pagana existente antiguamente en los países nórdicos de que los elfos y hadas traían regalos a través de la chimenea. La atribución de estos rasgos a Papá Noel es bastante más moderna. La tradición surge a partir de un poema del estadounidense Robert C. Moore en el que se retrata a sí mismo como un elfo. ¿Elfos y hadas? En fin, muy cristiano todo.
No es que a mí todo esto me importe demasiado. De hecho, prefiero celebrar las tradiciones paganas (basadas en tradiciones rituales milenarias y en la observación de los ciclos de la naturaleza y la astronomía) que la copia de la copia de la copia del cristianismo ("sombra de la sombra de mi sombreo" parafraseando a Manolo García). Lo que sí me importa es la inconsistencia de la tradición cristiana y de nuestra cultura occidental moderna en general. Vamos, que lamayoría de la gente no sabe ni lo que celebra.
Estaba a punto de despedir esta nota y un vecino ha tenido la feliz ocurrencia de poner villancicos a todo trapo.
...sus cabellos son de oro
el peine de plata fina...
¿Cabellos de oro? Pero a ver, alma de cántaro, se supone que esa buena mujer era una judía de Nazaret de Galilea, es decir que vivió en la tierra de Canaán al menos 15 años antes del nacimiento de Cristo. La tradición no concede al personaje ascendencia extranjera, así que, ¿en serio alguien puede creer que sus cabellos eran del color del oro? Y peine de plata fina... era la mujer de un carpintero, coño, no de Herodes!
Bueno, me he enrollado mucho más de lo que quería. Así que dejo la conclusión para una segunda parte en la que hablaré del verdadero dios de nuestra civilización. Aquel cuyo reinado celebramos realmente en Navidad.
Por el momento, salud y felices fiestas a todos. Dediquéis a quién dediquéis el banquete de esta noche.
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