Fuego que no quema
- Roberto Cáceres
- 8 abr 2024
- 1 Min. de lectura

Os presentro uno de los últimos poemas que he escrito, Fuego que no quema, una reflexión alquímica sobre el paso de los corazones por esta tierra a veces amarga, pero siempre maravillosa. Va acompañada por un intento de convertirla en opera.
Tras el ambarino espejo, un fondo sereno,
arena y lava fría, sueño de mares y selvas;
en lo profundo un pozo, oscuro fuego
y suave mercurio, tan cálido…
Superficial, casi invisible, mi reflejo;
el fantasma de un viejo buscador de estrellas.
¡Sublime escena! …si fuese este su instante;
perfecta oda, si gozásemos alas vibrantes
de relucientes colores.
Busqué ese brillo argentino bajo las montañas,
esa sabia albina en el abrazo del sauce,
en arroyuelos mercúreos que resbalaban entre mis dedos.
Hoy, mientras la noche cae,
cubriendo con sorna prohibiciones tribales,
mi caricia furtiva recoge las cenizas del atanor
y sueña que el fulgor de alguna brasa olvidada
quema las hebras de sus sueños descosidos.
¡Qué divina amalgama de sangre y luz!
¡Qué sobrecogedora tormenta de sombra negra!
¡Qué cegador desierto de arena multicolor!
Un mágico rescoldo descansará por siempre en mi mano,
su luz será invisible para todos
y solo yo, pobre caballero anacrónico,
podre sentir en secreto cómo quema su llama,
y cómo se derraman en torrentes
sus mares.
Agua que no moja, fuego que no quema…
El tiempo no puede caminar hacia atrás.
¿O sí…?
Commenti